El 4 de agosto de 1939, el Winnipeg zarpó rumbo a Valparaíso con 2.365 refugiados españoles en busca de las esperanza a bordo. El 3 de setiembre de 1939, desembarcaron en Chile.
Hace algo más de 70 años un viejo barco francés, un carguero, llevó a 2. El gran poeta Pablo Neruda fletó este barco para sacar a aquellas personas, de los campos de concentración franceses, donde habían llegado huyendo de la ira franquista.
“La mayoría de estos refugiados fue confinado en campos de concentración, cercados por alambradas en un invierno especialmente frío, en pésimas condiciones higiénicas y mal alimentados”, comentó a BBC Mundo el profesor chileno Jaime Ferrer Mir, hijo de uno de los pasajeros del Winnipeg.
Era un barco cargado de esperazas y movido por la bondad, no sólo la de Neruda, sino la de un pueblo, el chileno, que lo acogió.
Niños del Winnipeg
Cuando apenas sobreviven 200 de los pasajeros, las palabras de Neruda sobre el Winnipeg siguen resonando: “Que la crítica borre toda mi poesía, si le parece. Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie”.
En recuerdo de esa gesta histórica, Neruda compuso el poema titulado “Misión de amor”, que en su libro “Memorial de Isla Negra”, puede leerse:
Yo los puse en mi barco.
Era de día y Francia
su vestido de lujo
de cada día tuvo aquella vez,
fue
la misma claridad de vino y aire
su ropaje de diosa forestal.
Mi navío esperaba
con su remoto nombre “Winnipeg”
Pero mis españoles no venían
de Versalles,
del baile plateado,
de las viejas alfombras de amaranto,
de las copas que trinan
con el vino,
no, de allí no venían,
no, de allí no venían.
De más lejos,
de campos de prisiones,
de las arenas negras
del Sahara,
de ásperos escondrijos
donde yacieron
hambrientos y desnudos,
allí a mi barco claro,
al navío en el mar, a la esperanza
acudieron llamados uno a uno
por mí, desde sus cárceles,
desde las fortalezas
de Francia tambaleante
por mi boca llamados
acudieron,
Saavedra, dije, y vino el albañil,
Zúñiga, dije, y allí estaba,
Roces, llamé, y llegó con severa sonrisa,
grité, Alberti! y con manos de cuarzo
acudió la poesía.
Labriegos, carpinteros,
pescadores,
torneros, maquinistas,
alfareros, curtidores:
se iba poblando el barco
que partía a mi patria.
Yo sentía en los dedos
las semillas
de España
que rescaté yo mismo y esparcí
sobre el mar, dirigidas
a la paz
de las praderas.
Hoy, cuando el desastre vuelve a cernerse sobre aquellos que entonces acogieron a nuestros compatriotas, me gustaría que leyeses esta poesía despacio… muy despacio y reflexionases sobre cómo acogemos hoy en día a los que vienen de otros países huyendo del hambre, la violencia y la miseria.
3 comentarios:
Hola soy M.A.Pindado de 2b:Creo que en general somos un poco egoista,esta gente viene buscando una vida mejor y con lo que se encuentran es todo lo contrario.
Algunos mueren en el camino pero aun sabiendolo se embarcan en el viaje y los que llegan aqui no encuentran trabajo y no tienen ni donde dormir.Y en vez de ayudarles les mandan de vuelta a su pais.
Hola soy J.P julián Maestre creo que vivimos en una sociedad liderada por el prejucio y la hipocresia hacia los demás,tratamos de sacrificar a todo un rabaño porque nos entraron dos ovejas negra en el rebaño y asi justificar en cierta manera nuestros pensamientos mas xenofobos. Creen que si viviesen en sus paises con un alto nivel adquisitivo querrian venir a España? no lo creo viendo como se comporta la mayoria de la población con ellos y ante el rechazo de la sociedad. Eso por no hablar del enorme aprovechamiento al que se les somete en sus trabajos y en su dia a dia. Un beso
Hola juande soy yassin bourba los españoles son muy egoistas aqui llegan gente que en su pais viven en condiciones pesimas.No tienen dinero, no tienen comida y entonces necesitan venir a un pais mejor donde trabajar y donde conseguir dinero y una casa confortable donde vivir.No porque sean de otro color o otra raza van a ser malas personas estan muy equivocados.
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